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Texto / Transformaciones demográficas y sociales / Federico Engels. La situación de la clase obrera en Inglaterra. 1845

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Federico Engels

“La miseria es tan grande en Dublín, que un solo instituto de beneficencia, la Mendicity Association recoge cada día a 2.500 personas, esto es, el 1 % de la población, a las cuales atiende únicamente de día, suministrándoles el alimento. Las mismas cosas nos cuenta el Dr. Alison en lo referente a Edimburgo, ciudad cuya magnífica ubicación le ha valido el nombre de Atenas, y cuyo barrio aristocrático, en la parte nueva de la ciudad, contrasta de modo estridente con la enorme miseria del barrio pobre, en la ciudad vieja. Alison sostiene que esta parte de la ciudad es sucia y tan fea como los peores barrios de Dublín y que la Mendicity Association tendria que socorrer en Edimburgo a un número de gente necesitada, proporcionalmente igual al de la capital irlandesa; agrega que los pobres, en Escocia, y particularmente en Edimburgo y Glasgow, están en peores condiciones que los de cualquier otra parte del imperio británico, y que los más miserables no son los irlandeses, sino los escoceses. El Dr. Lee, pastor de la vieja iglesia de Edimburgo, declaró, en el año 1836, ante la Commission of Reliqions Instruction: ”Que no había visto nunca, antes, una miseria como la de su parroquia. La gente no tiene muebles, les falta todo, a menudo habitan dos parejas de esposos en la misma habitación. Un día visitó siete casas en las que no encontró ninguna cama, en algunas ni siquiera paja; personas de ochenta años dormían sobre un armazón de madera. Casi todas permanecían vestidas durante la noche. En un sótano había encontrado dos familias de campesinos escoceses: dos de los hijos habían muerto poco después de haber llegado a la ciudad, el tercero estaba moribundo en el momento en que los visitó; para cada familia había sobre el pavimento un montoncito de paja sucia; además, el sótano -donde no era posible reconocer a una persona en pleno día- también daba alberque a un asno. El ver tanta miseria en un país como Escocia, haría sangrar a un corazón de piedra”. Datos semejantes aporta el Dr. Hennen. en el Edimburgh Medical and Surgical Journal, Por un informe parlamentario sabemos qué inmundicia reina en las casas de los pobres, en Edimburgo; cosa naturalísima, por lo demás, en tales circunstancias. Sobre los barrotes de las camas, las gallináceas encuentran su refugio por la noche; perros y hasta caballos duermen con los hombres en las mismas piezas, y una consecuencia natural es la presencia, en estas habitaciones, de ejércitos de animales parásitos y de una horrible suciedad y hedor. La forma en que está construida Edimburgo favorece todo lo posible este horrible estado de cosas. La ciudad vieja está edificada sobre los dos lados de una colina, sobre cuya loma corre la calle alta (High street). De ésta se desparraman a ambos lados, bajando de la colina, cantidad de sendas estrechas y curvas, llamadas, por lo tortuosas, wynds, y ellas forman el barrio proletario.
Las casas de las ciudades escocesas tienen, generalmente, cinco o seis pisos
-como en París y contrariamente a las ciudades inglesas, donde, en lo posible, cada uno tiene su casa aparte- y cada una está habitada por un gran número de familias; la aglomeración de muchos individuos en una pequeña superficie es, por esta causa, mayor. ‘Estas calles -dice un diario inglés en un artículo sobre las condiciones sanitarias de los trabajadores en las ciudades- son tan estrechas, que desde la ventana de una casa se puede entrar en la casa de enfrente, y las casas son altas como torres, de modo que la luz apenas puede penetrar en los patios y las calles. En estos lugares de la ciudad no existen cloacas, ni hay en las casas cañerías o retretes, y, por lo tanto, cada noche, todas las inmundicias, los residuos y excrementos, de por lo menos 50.000 personas, son arrojados a los albañales, de modo que, a pesar del barrido de las calles, se produce una capa de suciedad estancada y un olor nauseabundo. Y con esto, no solamente se ofende la vista y el olfato, sino que además está dañada, en alto grado, la salud de los habitantes. ¿No es de maravillarse que en tales condiciones estén completamente postergadas todas las normas de salud, la moral y aún de la más elemental conveniencia? Por el contrario, todos los que conocen de cerca las condiciones de los habitantes, pueden testimoniar el alto grado alcanzado por la miseria, las enfermedades y la inmoralidad. La sociedad ha caído, en estos lugares, en un estado de miseria indescriptible, Las habitaciones de las clases más pobres son, en general, muy sucias, y evidentemente no han sido nunca limpiadas; constan, en la mayoría de los casos, de una sola pieza, que por la pésima ventilación y a causa de las ventanas rotas e inadecuadas, es fría, muchas veces húmeda y se encuentra en parte bajo tierra, siempre mal amueblada y, por lo tanto, inhabitable. A menudo, un montón de paja sirve de lecho a una familia entera; sobre él yacen hombre y mujeres, viejos y jóvenes, en una promiscuidad repugnante. El agua se obtiene sólo de pozos públicos, y la fatiga requerida para bombearla justifica, naturalmente, todas las suciedades posibles.
En otras grandes ciudades marítimas no se ve nada mejor. Liverpool, con todo su comercio, su esplendor y su riqueza trata a sus obreros con la misma barbarie. Una quinta parte de la población, es decir, 45.000 hombres, habitan en estrechos sótanos oscuros, húmedos y mal ventilados; de éstos existen en la ciudad 7.862. Además, hay 2.275 patios (courts), es decir, pequeñas plazas con construcciones a los cuatros lados y con un solo pasaje, en general cubierto, y, por lo tanto, sin ventilación. En Bristol fueron visitadas, en una ocasión, 2.800 familias obreras, y de ellas, el 46 % por ciento tenían una sola habitación.
Las mismas condiciones encontramos en las ciudades industriales. Nottingham tiene. en total, 11.000 casas, de las cuales, de siete mil a ocho mil están construidas con el muro posterior en común, de manera que es imposible cualquier clase de ventilación; además, existe una sola letrina en común para muchas casas. En una inspección recientemente hecha se comprobó que muchas filas de casas están construidas sobre húmedos albañales, cubiertos sólo con una capa de pavimento. En Leicester, Derby y Sheffield no se ve otra cosa. Sobre Birmingham informa el articulo citado del Artizan: “En las partes viejas de la ciudad existen muchas localidades sucias y descuidadas, llenas de montones de residuos y cenagales. Los patios, muy numerosos, en Birmingham suman más de 2.000 y albergan a la mayor parte de la clase obrera; son, en su mayoría, estrechos y fangosos, mal ventilados y con malos desagües; encierran de ocho a veinte casas, la mayor parte de las cuales reciben el aire de una sola parte, porque tienen el muro posterior en común con otra casa, y en el fondo del patio existe un depósito de desperdicios, o algo semejante, cuyo aspecto es indescriptible. Debemos señalar que las nuevas construcciones están dispuestas más racionalmente y mantenidas con mayor decencia; y también que en los patios, los cottages están menos apretados que en Manchester y Liverpool. Por esto, en períodos en que dominaban enfermedades epidémicas, Birmingham tuvo un número mucho menor de muertos que Wolvehampton, Dudley y Bilston que están sólo a algunas millas de aquélla. En Birmingham, los sótanos que sirven para habitaciones son desconocidos, aunque algunos locales para sótano sean impropiamente utilizados como ateliers. Las casas de albergue para obreros son bastante numerosas (más de 400), sobre todo en los patios del centro de la ciudad; son casi todas repugnantemente sucias y húmedas, y sirven de refugio a pordioseros, vagabundos (trampers), ladrones y prostitutas, que alli comen, beben, fuman y duermen, sin ninguna consideración a las conveniencias o al confort, en una atmósfera soportable sólo para esa gente degradada".

F. Engels. La situación de la clase obrera en Inglaterra, 1845.

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